Por:JORGE V. ORDENES L.
Ese resentimiento del varón indio es el que más nutre el deseo de venganza contra la humanidad que a menudo incluye a su propia gente. De ahí la tendencia a querer regresar a la malicia de "justicia" comunitaria precolombina para ajusticiar a quién ¿a la mujer india?
En Bolivia todos los nacidos en el territorio nacional somos "originarios". Originario en castellano, idioma venerable y muy nuestro, que algunos miembros del Poder Ejecutivo, y otros, deberían pulir e incluso aprender, significa dar origen, o traer origen de algún lugar, persona o cosa. Y "origen" significa nacimiento, patria, ascendencia. "Originario" es el que ha nacido en un lugar que considera patria donde generalmente, pero no exclusivamente, también ha nacido y vivido su ascendencia, lo que razonablemente nos incluye a todos; y esto deberían saberlo los que han leído 25.000 libros (me imagino que en castellano) que por supuesto tienen la obligación de explicarlo a los compinches de malón que no han leído ninguno en parte, según declaran públicamente, porque detestan leerlos, que en Bolivia hoy en día y por desgracia hay muchos que, entre otras metidas de pata, adoptan significados con motivos etno-políticos de ralea. La verdad es que el vocablo que estos "sabios" deberían usar en vez de "originario" es, simplemente, "indio"; claro, con toda la ambivalencia que este vocablo conlleva, lo que también lo invalida si se intenta la expresión rigurosa.
Digo ambivalencia del significado del vocablo"indio" porque los casi 700 años de Conquista, colonización y república, y de inmigración de docenas de nacionalidades, religiones e idiosincrasias a lo que ahora es Bolivia, han hecho de ese "indio" un individuo culturalmente ¡no indio! La verdad es que el inca y el aymara, y otros grupos aborígenes de América, también estuvieron en la historia y ésta los ¡desindianizó! con una vertiginosidad inherente a la capacidad de procreación del humano. Es que la historia en algunos sentidos galopa, como en el mestizar. En otros sentidos gatea como en el civilizar. Porque civilizar también significa elaborar leyes que se entiendan y se acaten por todos los culturalmente mestizos, lo que en Bolivia está por verse.
El inca también dejó de serlo desde el tercer decenio del siglo XVI porque desde entonces no cuelga niños y mujeres en la vera de los caminos como hacían sus antepasados por ejemplo durante la guerra civil entre los reyes incas Huáscar y Atahuallpa inmediatamente antes de la llegada de Pizarro y su hueste; también dejó de ser inca aborigen porque desde ese decenio ya no considera a la autoridad hija directa del sol dios, como lo hacía antes de la llegada del cristianismo.
Ahora, los fenómenos que más quitaron vigencia a las tradiciones, costumbres y rituales de los incas y aymaras, y otros, en mi opinión fueron principalmente cuatro: (1) la preferencia de la india joven por el varón europeo; (2) el fracaso de los intentos de rebelión de peruanos y altoperuanos entre 1708 y 1825; (3) la cristianización; y (4) la expresión artística.
La preferencia de la india joven por el europeo dio origen (y aquí la palabra "origen" resta vigencia al significado que los demagogos quieren darle en pleno 2006 en Bolivia) no solamente al mestizaje, de por sí natural y netamente americano, sino a lo que los historiadores serios han llamado nepantilismo, o sea el resentimiento profundo que sufre el indio varón ante el rechazo nupcial e incluso sexual de la india que prefiere tener hijos mestizos que le signifiquen mejor suerte en los estratos sociales de entonces donde españoles primero, y criollos y mestizos después, se privilegiaron en todo sentido. Ese resentimiento del varón indio es el que más nutre el deseo de venganza contra la humanidad que a menudo incluye a su propia gente. De ahí la tendencia a querer regresar a la malicia de "justicia" comunitaria precolombina para ajusticiar a quién ¿a la mujer india?
En cuanto al fracaso de rebeliones, desde la gresca de Huánuco de 1708, que logró ajusticiar al corregidor Sandóval, hasta las guerras de independencia de principios del siglo XIX, hubo 140 rebeliones contra la autoridad colonial que fracasaron. La primera en lo que hoy es Bolivia se produjo en 1722 en Tomina, Potosí, que también resultó en la muerte de la autoridad española. Cabe destacar que en la gran rebelión de José Gabriel Tupac Amaru, que comienza en noviembre de 1780, y que costó la vida a españoles, mestizos, criollos e indios, los caciques revoltosos mayormente mestizos (con apellidos como Bargas, Herrera, Moscoso, Ramos, Salas, Saravia y otros) sumaron 25. En tanto que los caciques leales a los españoles fueron 23 (con apellidos como Sinanyuca, Challco, Pumacahua, Checacupi, Choquehuanca, Chuquillacota, Turpo, Guaranda, Sucacagua y Chiquinga). O sea que hubo cantidad de caciques de apellido no español que apoyaron a los españoles. Por otro lado, de los 103 juzgados por la autoridad, 27 fueron indios, y cuatro fueron españoles. Los demás fueron mestizos y criollos. Lo que quiere decir que la mayoría de los rebeldes fueron mestizos y criollos muy "originarios", y no indios "puros de sangre" y cultura como seguramente afirmarían políticamente los nuevos Uyustus congregados hoy en Sucre y La Paz.
http://www.lostiempos.com/noticias/29-08-06/29_08_06_pv5.php
domingo, 29 de abril de 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario