Manfredo Kempff Suárez
http://www.la-razon.com/versiones/20070901_006016/nota_246_474284.htm
El Ribbentrop nativo (Choquehuanca), se dejó ganar de mano nuevamente con el Goebbels del Palacio Quemado, en un ultimátum único por su virulencia, que el Gobierno indígena y comunitario de Bolivia le lanzó a los Estados Unidos. Cuando me llamaron a ver la televisión y me ubiqué en mi butaquita, no podía creer lo que estaba mirado y oyendo. Bolivia abofeteaba, de potencia a potencia, a los gringos. El tono del portavoz gubernamental era como el de un Goebbels enfurecido después de Stalingrado, advirtiéndole a los Estados Unidos que no se le permitiría, “ni un solo día más”, que conspire contra la libertad de los bolivianos y que ofenda la dignidad nacional. “¡Coño!”, me dije.
¿Pero a qué se debía toda esta iracundia del Gobierno indígena y comunitario? ¿Qué había sucedido? Pues nada menos que tienen serias sospechas (evidencias dicen) que el embajador estadounidense Philip Goldberg se reúne con la dirigencia de la tan temida media luna, para conspirar contra Evo Morales, que al mero estilo del Führer, había dicho a su cuerpo de embajadores chupamedias que estaban con el puño en alto, que tomaría “decisiones radicales” contra los diplomáticos extranjeros que hacen política en el país. Creí que SE se refería, furioso, a los embajadores de Venezuela y Cuba que, efectivamente, se meten hasta las narices en la política nacional, pero se había tratado de Philip Goldberg, que, entre nosotros, no tiene la apariencia ni la actitud de James Bond, ni parece que su Gobierno le hubiera dado licencia para matar.
El portavoz acusó de traidores a los bolivianos que trabajaban con la cooperación estadounidense (Usaid) y los acusó de gonistas, tutistas y mesistas. Cuando vi la lista de los presuntos traidores, me dije: “Pero si éste debería ser el gabinete de Evo Morales para que saque a Bolivia del atolladero en que se encuentra”. ¡Cómo que traidores! Un grupo estupendo de profesionales de primer nivel que han estudiado en libros y no en arrugas de viejos. ¿Qué nos está pasando? ¿El Gobierno se siente tan desportillado que ya lo espanta un grupo de ciudadanos civilizados?
Hasta el vocero del Departamento de Estado, Tom Casey, tuvo que negar que EEUU quisiera derrocar a SE y la primera potencia del mundo, casi de rodillas, juró, a través de Casey, que los estadounidenses no conspiraban, que más bien cooperaban con Bolivia desde hace años, y que deseaban seguir cooperándonos. Yo pensaba, sentado en mi butaquita: “¿Y qué va a suceder con el ATPDEA? ¿Con qué cara vamos a mandar a nuestros vagabundos negociadores a pedir ampliaciones de plazos? ¿Cómo le vamos a pedir favores a los conspiradores?”.
Es que, además, rogamos por la ampliación del ATPDEA y resulta que hay informes de que se han cuadruplicado los cultivos de coca en Yungas. Tal vez ahí está la bronca del Gobierno contra el embajador Goldberg, en que él sabe —y lo ha dicho públicamente— que la producción de coca ya está llegando a niveles inaceptables. Y los mandamases de la república cocalera se enfurecen, y, seguros del respaldo militar de Venezuela y del “Mussolini tropical”, le gritan a los Estados Unidos que son unos intrigantes complotadores. Es la calca perfecta de lo que han hecho siempre Cuba y Venezuela: vociferar contra los gringos, aunque los gringos no les tiren ni cuarto de pelota. Pero no cabe duda de que el eje La Habana-Caracas-La Paz quiere guerra; el ALBA quiere derrotar y humillar a los EEUU. Ojalá que al Gobierno indígena y comunitario no se le ocurra querer zurrar también a chilenos y peruanos juntos, aprovechando de los cuarteles que han puesto los venezolanos en las fronteras y de las Kalashnikov que tienen de a miles. Ahí sí que nos fregamos.
¿Cómo el Gobierno puede hablar de ONG estadounidenses? ¿Acaso el gabinete completo de SE no está compuesto por ex funcionarios de ONG? Pero si las ONG han llevado a Evo Morales al poder y todo el mundo lo sabe. Y las ONG siguen mandando en Bolivia, haciendo y deshaciendo con la política y la economía. ¿O no es así?
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